Impuesto al refresco en México: aumenta 87% y promete fondo de salud
Han pasado 11 años desde que México implementó el impuesto a las bebidas azucaradas, presentado en 2014 como un parteaguas en la lucha contra la obesidad y la diabetes. Sin embargo, el país sigue liderando el consumo mundial de refrescos, con más de 166 litros per cápita al año.
De acuerdo con Raúl Ignacio Morales Chávez, académico de la UNAM, el gravamen nació con un enfoque educativo: encarecer el refresco para desalentar su compra. Si bien al inicio se registró una ligera caída en el consumo, ésta no fue significativa ni duradera. En contraste, la recaudación fiscal sí ha aumentado de forma constante.
Este lunes, el Gobierno de Claudia Sheinbaum anunció que la tasa al refresco subirá a 3,08 pesos por litro en 2026, casi el doble del impuesto actual. La diferencia, según el Paquete Económico, es que lo recaudado se destinará a un fondo de salud para atender enfermedades asociadas al consumo de bebidas azucaradas y otros productos gravados.
La expectativa es que este impuesto, junto con otros llamados “saludables” como los aplicados al tabaco y las apuestas, genere 41 mil millones de pesos para el sector salud. Morales considera clave garantizar que esos recursos no se pierdan en la burocracia: “De nada sirve presupuestar si no se aplica”.
La industria refresquera mantiene su rechazo. Andrés Massieu, presidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de Bebidas, advirtió que el impuesto es “ineficaz”, afecta a los consumidores de menores recursos, limita la inversión y pone en riesgo empleos.
En el terreno de la salud, especialistas como José Sánchez, nutriólogo de la UAM, aseguran que dejar de consumir refrescos sí impacta de forma inmediata en la salud: mejora problemas digestivos, estabiliza la glucosa y previene complicaciones de la diabetes. Sin embargo, advierte que el impuesto por sí solo no resuelve el problema si no se acompaña de educación nutricional y acceso real a agua potable.
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