Talleres musicales IBERO Puebla: Colación de melodías
El taller de guitarra, el grupo de canto y el ensamble musical de la Universidad deleitaron los oídos con la muestra de su trabajo semestral.
Al término
del evento, hubo una mesa de cortesía con bebidas y botanas que sirvió como un
espacio de convivencia.
La IBERO
Puebla, atendiendo el ámbito cultural, ha brindado un periodo de presentaciones
artísticas ejecutadas por la Comunidad Estudiantil y enfocadas en no solo
mostrar el trabajo final de los talleres, sino en sensibilizar las perspectivas
con las que se traduce la realidad, pues el arte es medio de crítica y
protesta. Por tanto, no es extrañeza que la muestra musical sea cita obligada.
Orquestada en
el Foro de las Artes Guillermo Cabello, coloquialmente conocido como el Cenicero,
el evento emitía tal calidez que ni las ventiscas gélidas podían enfriar la
algarabía de los convocados. La noche era perfecta: aplausos y gritos
celebraban las interpretaciones de los artistas. El árbol de Navidad no se
perdía de vista, pues sus luces daban profundidad al do-re-mi del momento.
Los
guitarristas inauguraron la muestra con canciones como Luz de día, de Enanitos
Verdes, y Hotel California, de Eagles. Sin perder el ritmo, continuó el grupo
coral, que entonó varias melodías bajo su propio estilo, destacando la icónica
Alegría, del Cirque Du Soleil. Finalmente, el ensamble musical elevó el júbilo
con números modernos como Careless Whisper, de George Michael, o Nunca es
suficiente, de la colaboración entre Natalia Lafourcade y Los Ángeles Azules.
Si bien el
público era contado, los ánimos multiplicaron el reconocimiento al esfuerzo y
dedicación de estudiantes, profesores, personal de servicio y directivos,
quienes hicieron posible esta experiencia estética. Resultó conmovedor ver cómo
la curiosidad de algunos se transformaba en empatía, pues una vez que las notas
llegaban al oído, era difícil dejar el lugar sin remordimiento.
Alejandro
Baquero Salaquarda, quien desde el 2018 se encarga del taller de guitarra y
apenas este año, del ensamble musical, compartió su fortaleza para sostener
esta doble responsabilidad: “Un gran aliado siempre va a ser la vocación, es
algo que a mí me apasiona. […] Cuando haces lo que te apasiona, no es tanto un
trabajo, sino saber organizarse”.
Además,
rescató la importancia de las muestras musicales: “Toda expresión artística
representa la posibilidad de generar sensibilidad en nuestra sociedad. […] El
arte es plataforma de ideas, de conceptos, de protesta, de libertades”. Y
concluyó: “Los alumnos lo hacen muy fácil, tenemos alumnos que ya vienen con
una propuesta de compañerismo, eso me facilita más de la mitad de mi trabajo”.
Por otro
lado, María Beatriz Moreno Botello, directora del coro desde hace 18 años,
reflexionó sobre sus ideales educativos: “Hacer una educación integral. […] Yo
no vengo a formar músicos, vengo a humanizarlos, a que ellos se expresen de
otra manera. […] Es un sentido más humanista, la que nos maneja la universidad.
[…] Para que los chicos se vuelvan más sensibles, intento poner un repertorio que
los eleve espiritualmente”.
Bajo esta premisa, habló de las razones por las que eligieron el repertorio de canciones presentado: “Pensé en la pandemia, las pérdidas que tuvimos, venimos muy sensibles. […] Yo les decía que no pensaran tanto en ellos, sino en nuestra comunidad”. En las mentes de los participantes reposará este recuerdo nostálgico, en donde los cuerpos helados se refugiaban bajo el calor de la colación de melodías.
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