Candidatos fantasmas o virtuales
Retórica
Alberto Rocha Vázquez
Aunque ya se sabía que los nuevos tiempos cambiarían la forma de hacer proselitismo en estas elecciones, jamás se pensó que tal cambio nos llevaría a ver por primera vez a candidatos fantasmas, invisibles, virtuales en el mejor de los casos.
Situación que ha dejado un mal sabor de boca a la mayoría del electorado, quien solo ubica a unos cuantos de los aspirantes a un cargo de elección popular, y eso que en esta elección se renovarán todos los niveles de gobierno.
La inmensa mayoría de candidatos a alcaldes, diputados locales, diputados federales, senadores y gobernadores pasaron de noche, se convirtieron en auténticos fantasmas del proselitismo, pues ni salieron a las calles, tampoco hicieron eventos masivos y solo buscaron refugiarse en las redes sociales, para al menos medio aparecer en el círculo rojo.
Sería menester investigar y pedir cuentas claras de cuánto dinero nos costó a los contribuyentes tan fatales campañas, si es que merecen llamarse así, de esos candidatos de comparsa que solo ocuparán un espacio en la boleta para confundir más al desinformado electorado.
En el mejor de los casos, algunos candidatos ya se conocían pero por escándalos o por haber sido ya funcionarios corruptos, otros jamás pudieron permear por carecer de verdaderos expertos en el manejo de imagen y redes sociales, y otros ni siquiera intentaron que se conocieran sus plataformas políticas porque simplemente no cuentan con alguna.
Lamentable es, que con tales herramientas de comunicación masiva, los más solo pudieran estancarse en dimes y diretes entre equipos de campaña en sus respectivas cuentas de Facebook o Twitter, sobre quien es el peor o menos corrupto, y los que menos hicieron no pudieron dar a conocer al menos una propuesta clara, directa y realista, solo se leían las mismas propuestas huecas y carentes de realismo, de acuerdo a la situación sociopolítica de cada municipio o distrito.
Solo unos cuantos pudieron hacer un trabajo proselitista decoroso, que logró darle al elector una opción real para saber quién puede gobernarlos o representarlos mejor en materia legislativa.
Las preguntas son entonces ¿para qué tantos recursos entregados por parte de la autoridad electoral?
¿Para qué tantos candidatos de relleno?
¿En dónde quedaron la mayoría de las prerrogativas?
¿Acaso los partidos no saben cómo elegir a sus abanderados?
Las respuestas son más que obvias. Hemos adelantado en tecnología, pero hemos retrocedido en democracia ante tantos candidatos que solo sirvieron para nada.
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