¿Sabías que para la CIA, la vida de Fidel Castro valió 2 centavos?
De acuerdo a información del Nuevo Herald, plantearon la siguiente pregunta ¿Cuánto valía la vida de un comunista cubano en 1962? En dependencia de su rango dentro del Partido y el gobierno, podía valer hasta un millón de dólares, pero había uno por el que la CIA solo pagaría dos centavos: Fidel Castro.
La CIA consideró otorgar recompensas a quienes asesinaran a informantes, oficiales, comunistas extranjeros y miembros del gobierno cubano, en un plan denominado “Operación Bounty”, en el cual aparece detallado en uno de los 2800 documentos desclasificados el jueves por los Archivos Nacionales, relacionados con la investigación del asesinato del presidente John F. Kennedy.
“La Operación Bounty establece un sistema de recompensas financieras, en consonancia con la posición y la estatura, por matar o entregar vivos a conocidos comunistas”, señala una investigación de 1975 sobre los planes de la CIA para derrocar o asesinar a Castro conocidos como “Operación Mangosta”.
El objetivo era “inducir a los ciudadanos cubanos a derrocar al régimen comunista cubano; presionar a los comunistas cubanos creando desconfianza y desunión”, señalaba la propuesta original del Pentágono presentada el 30 de enero de 1962 al general Edward Lansdale, quien coordinaba el grupo especial al frente de esa operación.
Por matar a un informante, se pagaría entre $5000 y $20,000, y por un jefe de departamento, hasta $57,000. Los comunistas extranjeros operando en Cuba eran más valiosos y su asesinato podría recompensarse con $97,000. Pero el premio gordo estaba destinado a quienes mataran a miembros del gobierno cubano, por los cuales se pagaría hasta medio millón de dólares.
La CIA haría llegar la noticia a los cubanos a través de volantes pero antes de pagar las recompensas la agencia quería pruebas “concluyentes” de la muerte, como por ejemplo el carnet de militancia en el partido comunista u otra organización “revolucionaria”.
No queda claro por qué esta operación particular no estaba interesada en el asesinato del líder cubano, pero la CIA puso en marcha otros planes para eliminar a Castro, pese a que un reporte temprano de inteligencia (en octubre de 1961) concluía que era “una ilusión” pensar que la muerte del líder cubano cambiaría el panorama en Cuba, pues el país había derivado rápidamente a un estado “policial”.
No obstante, la CIA le dio rienda suelta a su imaginación para idear cómo eliminar al gobernante cubano: con un traje de buceo envenenado, desde un avión (dos exiliados intentarían dispararle con rifles telescópicos) o con píldoras de toxinas en su comida (en una trama que involucraba a la mafia), entre otras muchas otras variantes.
“La cuestión de los asesinatos, particularmente de Fidel Castro, fue traída a colación por el Secretario [de Defensa Robert] McNamara en la reunión con el Grupo Especial (Aumentado) el 10 de agosto” de 1962, escribió el general Lansdale en un memo. Pero la CIA mintió al Departamento de Estado sobre su apoyo a los planes de exiliados cubanos de asesinar a Castro, cuando los exiliados Rolando Cubela y Ramón Tomás Guin Díaz fueron arrestados en Cuba en 1966.
“La Agencia no estuvo involucrada con ninguno de esos dos hombres en un complot para asesinar a Fidel Castro” ”, escribió el entonces subdirector de la CIA, Richard Helms, al secretario de Estado, Dean Rusk.
Ambos hombres, sin embargo, habían sido reclutados por la CIA. Otro reporte de 1979 desclasificado el jueves sobre los planes de la CIA para asesinar a Castro, con la participación de miembros de la mafia y de exiliados anticastristas, analiza en detalle la operación llevada a cabo por AMLASH, el código con el que la CIA identificó a Cubela.
Los miembros del grupo especial que coordinaba la operación Mangosta también sopesaron realizar acciones de sabotaje contra el gobierno de la isla o incluso fingir agresiones para justificar una intervención militar.
“Podríamos desarrollar una campaña de terror Comunista Cubana en el área de Miami, en otras ciudades e incluso en Washington”, señala el documento sobre la Operación Mangosta. “La campaña terrorista podría apuntar a los cubanos que buscan refugio en Estados Unidos. Podríamos hundir un bote con cubanos en ruta hacia la Florida (real o simulado)”.
Queda claro que EE.UU. tenía una fuente dentro de la embajada cubana en México y que existían grabaciones de las conversaciones telefónicas allí, grabaciones que la CIA propuso no compartir con la Comisión Warren, que investigó el asesinato de Kennedy, por miedo a revelar fuentes y el modus operandi de la agencia.
Todo indica, además, que la CIA tenía otra fuente dentro de la embajada de Cuba en Canadá. Según la fuente, al conocerse la noticia de la muerte de Kennedy, el embajador cubano se mostró “muy contento”. Luego recibió instrucciones de “dejar de aparecer contento en público”.
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