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Pedófilos y violadores poblanos, un retrato clínico


La pequeña de ocho años caminaba sobre la calle 16 de Septiembre. Un hombre de 47 años la tocó entre las piernas y luego se retiró caminando, como si nada hubiera sucedido. El padre, que se distrajo unos momentos, vio a José Velázquez Vega caminando metros más adelante, pidió ayuda a los policías que le dieron alcance y lo detuvieron. El caso de este hombre destaca por absurdo y al mismo tiempo perverso.

El abusador no huyó. Fue alcanzado caminando por los agentes de policía. En calle, a plena vista, se aprovechó de la pequeña. No es el único ejemplo de tocamientos lascivos que reporta la Secretaría de Seguridad Pública o de violaciones a menores informadas por la Procuraduría General de Justicia. La aparición en octubre de casos de pedófilos a la alza, según el recuento de la información oficial, sobresale en el contexto delictivo local.

Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica en la Universidad del País Vasco es uno de los investigadores a nivel internacional que más ha profundizado en la pedofilia. "Un adulto sano distingue entre el afecto y un componente sexual, que se manifiesta de forma evidente. A diferencia de los pedófilos desconocidos, que prolongan los abusos indefinidamente, porque el niño está a su lado, el familiar -padre, tío, abuelo, hermano- seduce y amenaza según le convenga.

”Primero viene el cortejo: la niña como preferida de la casa. Sigue la complicidad: es un secreto entre los dos. Y el recurso previo a la violencia: si la niña se chiva, a su madre le pasará tal o cual cosa", comentó en una entrevista con El País.

Justamente, en el caso de los expedientes de la PGJ poblana, los padrastros son los principales agresores que aparecen registrados. Las historias que arrojan estos documentos son desgarradoras.

Esta semana la PGJ informó de un caso que encaja en la descripción de Echeburúa. Fernando Vázquez González, de 37 años de edad, fue detenido por el cargo de violación equiparada en agravio de una niña de 12 años, hija de su pareja. En tanto que Francisco Javier Álvarez Acosta, de 28 años de edad, había violado a la hija de su novia, una niña de 10 años.

Dicho sujeto fue asegurado por agentes ministeriales el pasado 20 de agosto en las calles 9 sur y 117 Poniente de la unidad habitacional Agua Santa, luego de que fue sorprendido cuando intentó golpear a una mujer. La agredida declaró a los oficiales que era pareja sentimental de Álvarez Acosta y que la agresión ocurrió cuando ella descubrió que su novio abusaba sexualmente de su hija de 10 años de edad.

Si los familiares o cercanos a la familia abusan de los y las menores, también el riesgo es latente en la calle. En octubre y en agosto dos casos muestran un perfil de criminales que abusaron de niñas sin tener contacto cercano al círculo familiar de la víctima.

El viernes 11 de octubre la procuraduría también reportó la detención de Francisco Hernández Cecilio, de 62 años de edad, por su probable responsabilidad en el delito de violación en contra de una joven que padece de sus facultades mentales.

Casi como en el caso de José Velázquez, Francisco Hernández atacó a su víctima cuando esta caminaba por calles de la población de Tepetitán, localizada en el municipio de Cuetzalan, cuando fue interceptada por el ahora detenido, quien la sometió y la llevó hasta un terreno de cultivo donde la violó. De no ser por el hermano de la víctima, quien sorprendió al agresor, este seguiría libre.

En agosto, la PGJ reportó que Pablo Pérez Méndez, de 29 años de edad, fue detenido por el delito de violación equiparada en agravio de una niña de ocho años. El sujeto, originario de Tetela de Ocampo, se había introducido en la casa de la víctima.

La academia describe este tipo de hechos así: “algo funciona mal en la mente de los pedófilos. Justifican su conducta. Para convencerse de que actúan bien alteran, si les conviene, su pensamiento. Sufren distorsiones cognitivas. Se dicen a sí mismos que a los niños les gusta que les toquen, que no hay nada de malo en ello, que es otra forma de cariño", indican textos de Santiago Redondo, profesor de la facultad de Psicología y Criminología en la Universidad de Barcelona.

Según estudios, en Europa, más de 20 % de las niñas y un 10 % de los niños han sido víctimas de abusos. Y no hay tantos pedófilos; de hecho, numéricamente son pocos. La razón es que la mayoría de abusos (más de 65 %, según otros informes) se dan en casa y a manos de hombres que, en principio, prefieren a adultos para sus relaciones sexuales.

Son los llamados "pedófilos circunstanciales" o "abusadores intrafamiliares". Se trata de personas que se interesan por los menores a raíz de alguna carencia. Hay tantos orígenes como circunstancias personales.

Para muestra de ello, otros dos casos: en agosto, la Procuraduría detuvo a Rubén Rodríguez Rojas, de 44 años de edad, por violar a una niña de 15 años de edad y en julio la Policía Ministerial detuvo en Huejotzingo a Gelasio Medel Bello, de 30 años de edad, quien desde hace varios años aprovechaba cuando su víctima estaba sola para someterla y ultrajarla. Medel Bello es familiar de su víctima.

El caso más estridente de este 2013 fue el de los homicidas y violadores de una jovencita en San Pedro Tlaltenango. La PGJ detuvo a Adrián (26 años), José (25) y Pedro Hernández Aguilar (27), presuntos culpables del homicidio y violación de una menor de 16 años de edad.

El 8 de Junio, el agente del Ministerio Público de San Pedro Cholula halló el cuerpo de la niña en un terreno de cultivo ubicado en las calles Morelos y Real de San Pedro. De acuerdo con las indagatorias, la noche anterior al hallazgo la menor fue interceptada por los tres hermanos, en complicidad con otra persona de nombre Misael Valencia Cordero, quienes tras someterla la violaron, golpearon y sofocaron hasta su muerte.

La edad de los agresores tiene mucho que ver con lo que el investigador Echeburúa ha encontrado. Según la entrevista que concedió a El País, la adolescencia es clave en el nacimiento de la psicopatología que deviene en la violación de menores. "Si el joven se excita con estímulos atípicos, como imágenes infantiles, puede acabar asociando placer sexual con niños".

“Hay que distinguir entre pedofilia (un concepto clínico que indica atracción por los niños) y pederastia, que supone el delito de abusar de ellos. El primer paso de los pedófilos es consumir pornografía infantil. Más tarde contactan con sus posibles víctimas y "despliegan estrategias de seducción o agresión", el perfil descrito coincide con el de los tres hermanos homicidas.

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