Académica BUAP propone usar arcillas para adsorber micotoxinas, un hongo que afecta al maíz
De acuerdo con la FAO, el 25 por ciento de la producción mundial de cereales se contamina con aflatoxinas, la micotoxina de mayor incidencia
Los
hongos se producen con regularidad en el suministro de alimentos y generan
micotoxinas por cambios ambientales, como temperatura y humedad. Las
micotoxinas de mayor incidencia son las aflatoxinas, metabolito secundario
producido por los hongos Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus. Se ha reportado
que esta micotoxina puede ser uno los agentes causantes de cáncer de hígado en
animales y seres humanos.
De
acuerdo con la FAO, el 25 por ciento
de la producción mundial de cereales se
contamina con aflatoxinas, la micotoxina de mayor incidencia. Además,
una vez detectada, su eliminación es complicada, ya que es incolora, de bajo
peso molecular, insoluble en agua y con pocos centros activos. Para resolver
esto, María Guadalupe Tenorio Arvide,
investigadora del Instituto de Ciencias
(ICUAP), propuso el uso de
esmectitas -un mineral arcilloso presente en el suelo-, como suplemento en la
dieta de los animales, para adsorber estas micotoxinas de manera natural.
Estos
aditivos minerales del suelo adsorben las micotoxinas del tracto
gastrointestinal de los animales evitando o reduciendo los efectos tóxicos,
tanto en el ganado como en sus productos derivados; los resultados han sido
satisfactorios en pollos.
La líder
del Cuerpo Académico 384 “Geoquímica, Geomática y Prospectiva Ambiental” refirió que los resultados del
proceso de adsorción van del 10 al 80 por ciento, dependiendo del origen de las
esmectitas; aún está en estudio el porqué de un amplio rango de adsorción.
Además, la cantidad utilizada de este material arcilloso es prácticamente
invisible, “puesto que se necesita muy poco para lograr la reducción de la
concentración de aflatoxina”.
De esta
manera, la académica del ICUAP
comprobó que este tipo de arcilla adsorbe la aflatoxina en los alimentos para
animales y reduce así su influencia tóxica, así como su entrada en la cadena
alimentaria humana.
Asimismo,
observó que las aflatoxinas quedan atrapadas en las arcillas, en una especie de
cápsula. “Sabíamos que estaban ahí por métodos de rayos X e infrarrojo, incluso
se calentó el material, con lo cual sólo cambiaron de color y quedaron
encapsuladas”.
Tenorio Arvide, doctora en Ciencias Ambientales por la BUAP,
explicó que el siguiente paso de la investigación será conocer cuál es el
proceso fisicoquímico generado, los enlaces formados entre el material mineral
y la molécula orgánica, para así definir cuál es el mejor adsorbente a
utilizar.
El maíz
es un producto muy susceptible de contaminarse con aflatoxinas. Para México su concentración es de más de 8
partes por millón –el rango máximo a nivel mundial. Estas toxinas son transmitidas al ser
humano de manera indirecta, ya que los productos agrícolas contaminados son
generalmente proporcionados a animales de granja, por lo que las toxinas
contaminan productos derivados, como huevos, leche e incluso carne.
“Si el
maíz no tiene las condiciones adecuadas en almacén, como ventilación, humedad y
temperatura, el hongo seguirá creciendo y aumentará la concentración de la
micotoxina”. Por ello, el objetivo de la investigación de la doctora María Guadalupe Tenorio Arvide,
adscrita al Centro de Investigaciones en
Ciencias Agrícolas (CICA) del ICUAP, es minimizar el impacto de este
contaminante natural que pone en riesgo la seguridad alimentaria.
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