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Las camarillas en Comunicación Social de Puebla


Retórica
Alberto Rocha Vázquez


Un gravísimo daño ha hecho a la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco, las camarillas que se han formado dentro del área de comunicación social de ese ayuntamiento.

Tres personajes son los que siguen disputándose el cargo de titular, aunque dos son los que a pesar de ser poblanos, parece no importarles la imagen de su jefa, sino sus intereses personales y mezquinos.

El primero en creer que merece ser el director absoluto de comunicación social es Mario Martell, quien funge como director de información y que entró desde la campaña con Rivera Vivanco por recomendación de su esposa Celina Peña, quien actualmente se desempeña como directora de atención de la Secretaría de Turismo, cargo que –se sabe- lo ocupa por ser amiga de la edil desde la universidad.

El citado Martell, quien en todos los eventos aparece adormilado, con apariencia de haberse dormido con todo y ropa, no solo ha reflejado una imagen personal pésima, sino un trabajo que lejos de contribuir a levantar la imagen institucional de Claudia Rivera, la está hundiendo cada vez más.

Se sabe que su único objetivo es que desde la dirección de comunicación social, pueda autofirmarse un convenio de publicidad para su portal Multitud y así tener por fin una vida digna y para pagar la tintorería.

Pues se ha encargado de crear grupitos entre los reporteros para crear confusión y desinformación, que recaiga en el trabajo de su acérrimo rival Armando Rocha, quien es coordinador del área de comunicación social.

El mismo Armando Rocha, que también llegó a Puebla por la amistad con la edilesa, pero que aun cuando proviene de la CDMX y sin tener mayor conocimiento de la política local y de los medios de comunicación, ha hecho un trabajo ordenado y con visión, pero que ha sido eclipsado por los comentarios al oído a la presidenta por parte de Martell y un tercero, Rafael Quiroz.

Éste último, quien fuera director de comunicación social del ayuntamiento de Puebla con la priista Blanca Alcalá, pero solo en su primer año, pues cuando la ex presidenta se dio cuenta que le había puesto en contra a toda la prensa terminó por darle las gracias.

Como se ve, el panorama para Claudia Rivera es totalmente gris, puesto que su trabajo e imagen están en riesgo por los intereses mezquinos de esas camarillas que se han formado y que no ha sabido o no ha querido controlar, tal vez por “amistad”.

La alcaldesa debe poner orden lo antes posible, para evitar que sus amigos la hundan aún más. Debe darse cuenta que tiene en sus manos la oportunidad histórica de hacer realidad su constante dicho de “romper paradigmas”.

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