La elección del “dedazo”

Retórica
Alberto Rocha Vázquez

Con la presentación éste domingo de José Antonio Meade Kuribreña, como precandidato del PRI a la presidencia de la república, se confirmó que el clásico “dedazo” instituido con creces por el propio PRI, será –probablemente- la formula en la que todos los pre y/o candidatos a “la grande” sean designados.

Y aun cuando Enrique Peña Nieto, quiso disfrazar el divino “dedazo”, argumentando que los medios estábamos confundidos, la realidad la vimos con la parafernalia al más puro estilo del priismo, cuando la bufalada se reunió en las instalaciones del CEN del Partido Revolucionario Institucional para que se presentara el ex titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público como único precandidato.

Es el retorno del “dedazo” cínico, que no se veía tal cual desde las épocas de Carlos Salinas de Gortari, en aquella elección presidencial de 1988, y que parece será la formula con la que el resto de los contendientes a la Presidencia en el 2018 consigan la nominación.

No hubo elección interna, no hubo quien se pusiera enfrente para alzar la mano y evitar que alguien que no es considerado priista sea quien busque llegar a Los Pinos. Lo mismo pasará en MORENA, pues también Andrés Manuel López Obrador aunque diga que habrá elección de su candidato al interior de su partido, lo cierto es que será el tabasqueño quien se auto designe candidato a “la grande”.

Lo mismo se espera del famoso Ricardo “Cerillo” Anaya, puesto que de quedar desbaratado el malogrado Frente Ciudadano, será el propio dirigente nacional del PAN, quien busque ser el candidato presidencial.

De concretarse esas tres candidaturas, estaremos hablando de una elección del “dedazo”, claro y puro, cínico y desfachatado “dedazo” que lo más probable es que logre que los ciudadanos se abstengan aún más de votar.

Con tales escenarios, lo único que puede darle vida a la elección del próximo año es que finalmente se consolide el Frente Ciudadano, para que los partidos que lo integran designen a su candidato con un verdadero respaldo ciudadano, no de las cúpulas o de un grupo de chairos.